Sigo con los retazos del libro que escribió Alejandro Lerroux.
Habían oído hablar de mis antiguas propagandas anticlericales, trillados caminos por donde se han iniciado tantos militantes de la democracia. Nadie habría ido a decir a ésas y otras humildes monjitas, que yo, a imitación del Maestro -perdón por la jactancia-, soy tan anticlerical como Jesús, con las disciplinas en el atrio del templo, pero no más, ni hago del anticleralismo fundamento y razón de mi política, que aspiraba solamente a "darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" también obedeciendo a Cristo.
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