lunes, 28 de septiembre de 2009

Tres tristes crisis


Enrique Calvet en Expansión.

Una obligación insoslayable que debemos ejercer los que usamos alguna tribuna pública sin estar al servicio remunerado de cualquier facción es la de huir de eslóganes, desmontar manipulaciones y conducir a la reflexión.

Esto digo porque estamos asistiendo a una profusión tropical de declaraciones, vaticinios y sesudos análisis sobre el final de “la crisis” en España. Muchos son de gran calidad, pero se nos antoja una indefinición de conceptos que engendra confusión, que es lo que menos necesita la ya desorientada sociedad española.

Porque, ¿Qué es salir de la crisis? ¿Que el Ibex llegue a los 16.000 puntos? ¿Que se vuelvan a dar evoluciones positivas del PIB? ¿Que los bancos vuelvan a dar créditos? ¿Que se vuelva a poder escolarizar en castellano en toda España? (tema de enorme repercusión económica, créanme) ¿Que se venda el parque de un millón de viviendas? Y más variables, todas interesantes, pero que cada cual pondera según su acercamiento a la realidad... y sus intereses.

El que suscribe piensa que España sólo podría considerar que hubiese dejado la crisis atrás cuando mejoraran grandemente abundantes parámetros económico-sociales fundamentales pero con un requisito ineluctable: que el paro se hubiese estabilizado en un 8%. Seguiría siendo alto, pero los problemas estructurales de España no permiten ser más ambiciosos en el medio plazo, a fuer de ser rigurosos y realistas.

Pero es más, el que suscribe no cree que España salga de la crisis. Porque no tiene una crisis. Sufre, por lo menos, tres, y de envergadura. Hablar de la crisis se presta a hablar de temas de muy dispar evolución. Y no distinguir puede llevar a un desbarajuste de mensajes.

Paro insoportable
Primero, España, como nación abierta, padece la muy seria crisis financiera mundial. Es cierto que es un choque que le viene del exterior, que su sistema financiero estaba más salvaguardado que otros y que se ve afectada como todas las naciones. Nuestra nación saldrá de ella de la misma forma que le vino, cuando se sanee a nivel mundial. Pero, cuando se haya estabilizado el sistema financiero, (falta bastante) España seguirá teniendo una tasa de paro insoportable y unos déficits terribles.

En segundo lugar, tenemos la crisis inmobiliaria, que compartimos con algunas naciones. Ésta ya es una crisis autóctona, heredada del modelo de crecimiento de los tres últimos lustros, prolongado hasta el suicidio por los incentivos públicos y que ha supuesto un espejismo de súbita opulencia ficticia de nuevos ricos sobre la base de vender patrimonio (suelo y sol) olvidando crear el tejido productivo que necesitamos.

De esta crisis, avisada pero ganada a pulso, España puede salir bastante pronto. La caída del precio de la vivienda y el menor deterioro en la concesión de créditos hipotecarios indicarían que el ajuste se está haciendo rápido. Esta crisis, que sí ha debilitado diferencialmente nuestro sistema financiero, se acabará. Pero no lo jaleemos si nos impide evitar que se vuelva “a lo de antes”. Porque cuando la crisis inmobiliaria acabe, España seguirá teniendo una tasa de paro insoportable y unos déficits terribles.

Competitividad
Porque ‘su crisis’, la de competitividad y productividad, la que le crea el doble de paro estructural que en Europa, la que la hace la campeona del mundo del endeudamiento, la que genera los déficits insoportables, la que va a hacer que nos alejemos de la media de los 15 después de un crecimiento ‘burbujoso’ sin consistencia, esa, que es la nuestra, genuina, esa, nos está devorando.
La resolución de esa ‘su crisis’ requiere de cambios radicales contundentes en todas las estructuras que inciden en la economía.

La educación, la seguridad jurídica, la revisión del sistema impositivo, la reforma global de nuestras estructuras laborales, el adelgazamiento de nuestro hipertrofiado sector público administrativo, la revisión urgente y absoluta del delirio en que se ha convertido el Estado autonómico por romper la unidad de mercado y por ser un despilfarrador inútil e insostenible de ingentes recursos, todos esos temas, o se acometen con urgencia, decisión y bisturí, o España seguirá estando, estructuralmente, en la Champions League del paro y otros males.

De esa crisis es de la que hay que salir. No pregunten cuándo, que les contestaré nunca. Porque mucho de lo que se está haciendo a cualquier nivel de gobierno (nación, región o municipio) es contrario a lo que necesita el bien común. Esa nuestra crisis está creciendo, la plaga avanza. Cierto es que salir de ella sobrepasa las posibilidades de un solo partido, justo es pedir un pacto de Estado ante la gravísima situación. Pero ¿Quiénes lo llevarían a cabo? ¿Los que conocemos a diestra y siniestra?¿ Y sin vigilancia? Tal vez haya llegado el momento de que la sociedad española renueve drásticamente sus valores y sus élites.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Cuentas oscuras


La Editorial de El País.


La presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2010 quedó ayer reducida a una sumaria enumeración de modificaciones tributarias que, en conjunto, suponen un brusco cambio de rumbo fiscal después de casi tres lustros de continuas rebajas de impuestos. Al término del Consejo de Ministros que aprobó el borrador de Presupuestos, la vicepresidenta Salgado explicó cómo será la subida de impuestos: el tipo general del IVA aumentará dos puntos (a partir de julio de 2010) y la imposición sobre las rentas del ahorro se elevará desde el 18% al 19% para los primeros 6.000 euros de ganancias y el resto tributará al 21%; el impuesto de sociedades bajará cinco para las pequeñas y medianas empresas. El impacto calculado de las subidas es un aumento de los ingresos del Estado de 10.000 millones de euros.

Pero lo que no explicó con claridad la vicepresidenta es por qué se suben los impuestos, para qué se suben y, sobre todo, cuál será el impacto de ese viraje fiscal en la actividad económica española. No es un argumento aceptable relacionar la subida del IVA y de la tributación del capital con un mayor compromiso de gasto social, porque los costes de la crisis -más gasto de cobertura de desempleo- pueden financiarse a través de los mecanismos de deuda. El aumento esperado de recaudación tampoco es suficiente para tapar la enorme brecha del déficit, que este año llegará probablemente al 10% del PIB. Por lo tanto, los contribuyentes tendrán que pagar más sin conocer con exactitud los motivos. Si el Gobierno teme dificultades de endeudamiento a corto o medio plazo debería decirlo; pero ayer, desgraciadamente, no lo hizo.

Es evidente que el Ejecutivo no considera necesario defender sus decisiones, por más arbitrarias que parezcan. En un periodo de profunda recesión resulta discutible subir impuestos. No parece la mejor manera de estimular la economía. Pero puede aceptarse si media un cálculo detallado de cuál es su impacto sobre la actividad económica y resulta que las ventajas son superiores a los inconvenientes. Pero también en este caso la respuesta es el silencio. Mientras estas explicaciones no se rindan, los ciudadanos tienen derecho a considerar la subida de impuestos como arbitraria e irreflexiva.

Resulta difícil de creer que el Presupuesto para 2010 reduzca el déficit público desde aproximadamente el 10% del PIB de 2009 hasta el 5,4% del PIB. Ni siquiera recaudando 10.000 millones más y suponiendo que la tasa de desempleo no superará el 19% es razonable pensar en una reducción superior al punto o punto y medio. Las directrices presupuestarias tampoco inspiran demasiada confianza. La vicepresidenta insistió en la prioridad del gasto social y de la inversión productiva. Ya se verá lo que dicen las partidas concretas cuando se hagan públicas; en particular las que reflejan la inversión en I+D. Por el momento, llama la atención la insistencia del Gobierno en confundir las medidas encaminadas a proteger a los damnificados por la crisis y las que nos ayudarían a salir con bien de la recesión. No son las mismas. Y de esa confusión nace la cadena decepcionante de errores en la gestión de esta crisis.

sábado, 26 de septiembre de 2009

jueves, 24 de septiembre de 2009

Krupskaya y la sumisión


La opinión de HERMANN TERTSCH en ABC.


TODO el mundo sabe a estas alturas que en la dirección del Partido Socialista existen, y son cada vez más, los individuos que están inquietos, cuando no asustados, por la deriva personal y política de su líder máximo. Aparte de que estén alarmados como cualquier ciudadano por la situación general, la consideren o no consecuencia de esa forma de gobernar que el sociólogo José Ignacio Wert llama «adanista, oportunista y cortoplacista». Y todo el mundo tiene que estar ya aburrido de escuchar las reafirmaciones de unidad absoluta, entusiasmo y adhesión que los dirigentes socialistas andan pregonando por todas las esquinas. Pero en el anonimato con amigos, no son pocos los que dicen que «al jefe se le ha ido la olla». En éste u otros términos más científicos. Es imposible que, en un colectivo tan grande como el de los altos cargos y miembros de los órganos del Partido Socialista, no haya mas individuos -muchos más que tres ex ministros y algún ex barón cabreado-, que duden de la aptitud, de la competencia y capacidad de Zapatero. Esta sumisión se debe en parte a la liquidación de facto de órganos de control. Desde su elección como secretario general del PSOE y especialmente desde su victoria electoral, Zapatero sólo ha promovido a personajes, muchos perfectamente inverosímiles en puestos de responsabilidad, que le deben cargo, sueldo y presencia exclusivamente a él. Después está el miedo a la represalia. La ristra de cadáveres políticos que flanquean la senda política del Gran Timonel no tiene parangón. Es resultado de una purga política paciente y silenciosa que ha acabado con las vidas políticas de socialistas que tenían peso político e identidad propia. Los arrogantes jovencitos que ocupan el asiento trasero derecho -delante chófer y escolta- de los cientos o miles de Audis oficiales que surcan las calles y carreteras españolas, no son en esencia funcionarios del Estado ni del partido. Son tropa privada del inquilino (?) de La Moncloa. Tropa dispuesta a todo para preservar Audi, chófer, escolta, cargo y salario jamás imaginado. Resulta curioso que, con métodos por supuesto incomparables, a Stalin le costara más años que a Zapatero acabar con los órganos de control del partido. Y del Estado, porque la unanimidad vergonzosa del Consejo de Estado, con miembros que destacaron en su oposición al aborto aplaudiendo la nueva ley demuestra que en las instituciones también se ha consumado la operación. Tenían más conciencia y dignidad los soviéticos. Años después de la muerte de Kirov aún se levantaban voces discordantes. Los medios no son los mismos. Los mecanismos, sí. Sólo se exige sumisión plena al jefe. Sin más requisitos, ni de aptitud ni de mérito. Quien rompe la máxima, desaparece. Todos son prescindibles. Como le hizo saber Stalin a la Krupskaya cuando ella comenzó a criticarle: «Díganle que si sigue desobedeciendo, estamos dispuestos a encontrar otra viuda de Lenin».

miércoles, 23 de septiembre de 2009

martes, 22 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

Pactos


Jon Juaristi en ABC


ÁNGEL Gabilondo Pujol llegó al Ministerio de Educación con el proyecto de un gran pacto nacional en el bolsillo, lo que no era, en absoluto, una improvisación de última hora. Como Rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Gabilondo se había esforzado en pactar las líneas principales de su gestión que, en general, fue espléndida, y si la UAM destaca hoy en el conjunto de las universidades españolas, se lo debe en más que buena parte al espíritu conciliador del actual ministro, presidente de la Conferencia de Rectores (CRUE) hasta el mismo día de su nombramiento. Una actitud que no puedo menos que atestiguar, en mi condición de responsable de las universidades de la Comunidad de Madrid, desde la que me ha resultado grata, aunque no siempre fácil, la relación con Gabilondo, en sus sucesivos avatares de rector y ministro. Antes, yo era el destinatario de sus quejas contra la Administración, y ahora él sufre las mías, y unas y otras se dan mutua satisfacción según sentencia del tiempo, como decía Anaximandro, sin que sus causas eficientes hayan sido suprimidas, porque en medio de una crisis como la presente nadie queda contento al cien por cien, ni siquiera al cincuenta, y eso lo entienden mejor ciertos catedráticos de Metafísica que muchos economistas y, desde luego, que la mayoría de los progresistas utópicos, expresión que, dicho sea de paso, no deja de ser un pleonasmo.
Dicho esto, y reiterando mi estima por el ministro, voy a intentar exponer sucintamente por qué no creo posible el gran pacto nacional por la Educación que propone Gabilondo y que hasta Su Majestad el Rey considera necesario. No siempre lo necesario es posible. El ministro, por ejemplo, valora positivamente la iniciativa de una ley de Autoridad del Profesor, anunciada esta semana por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, pero deplora que no se plantee tal medida en el marco de un pacto más amplio. Estoy seguro de que a Esperanza Aguirre le habría encantado presentar su propuesta como parte de un plan de reforma sólidamente consensuado, evitando así las acusaciones de parcheo que ya le han comenzado a lanzar la izquierda y los sindicatos. En lo de proponer pactos y consensos nacionales sobre Educación, Aguirre le gana en antigüedad a Gabilondo, y el ministro deberá reconocer que su propuesta, aunque no suscite entusiasmos, no ha recibido nada similar, ni de lejos, a las descalificaciones feroces, estúpidas y bordes con que la izquierda y los nacionalistas saludaron las ofertas de pacto educativo que, en su día, dirigió a la oposición la ministra de Educación del primer gobierno de Aznar.
El pacto por la Educación, hoy por hoy, no es posible, porque los gobiernos socialistas han ido destruyendo, desde hace cinco años, todos los consensos nacionales básicos. Ni los pactos de Estado explícitos ni los tácitos, que también los había, han sobrevivido a la guerra relámpago de Rodríguez contra los grandes acuerdos de la Transición. Por otra parte, hay que recordar que la enseñanza fue, precisamente, el principal campo de batalla que socialistas y nacionalistas eligieron para desestabilizar a los gobiernos del PP en los tiempos de la ministra Aguirre, y desde el que continúan hostigando a la derecha, a la Iglesia y a todo lo que se opone a su entente cordial con el nacionalismo catalán. No hay indicio alguno de desmovilización. La realidad del PSOE no la representa hoy el señuelo pactista de Gabilondo, sino quienes, como Tomás Gómez, reconocen que no admitirían conciertos con los centros privados de enseñanza cuyo ideario o modelo les resulte antipático.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

martes, 15 de septiembre de 2009

En la pendiente


El Editorial de El País arremete contra Zapatero.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, atraviesa uno de los momentos políticos más difíciles desde su llegada a La Moncloa. Si hasta ahora los electores y los miembros de su propio partido habían pasado por alto los modos presidencialistas exhibidos en el nombramiento del Ejecutivo y en la toma de decisiones, la creciente sensación de que Zapatero actúa con imprevisión y ligereza frente a una de las crisis económicas más graves de la historia está comenzando a pasarle factura. A lo largo del último año, las encuestas muestran el desapego de sectores cada vez más amplios de votantes socialistas, desencantados con los titubeos y las contradicciones en asuntos particularmente sensibles para la izquierda y que el propio Ejecutivo había enarbolado para colocar a la oposición entre la espada y la pared. Entre otros, la memoria histórica, las relaciones entre la Iglesia y el Estado o la política exterior basada en principios éticos.
Gestionar el desgaste no resulta fácil para ningún dirigente político. En el caso de Zapatero, la tarea se complica aún más porque el ascendiente sobre su partido no se basa en la determinación y el acierto a la hora de dirigir un proyecto claramente formulado, sino en prometer (y lograr) victorias electorales a cambio de que se acaten sus criterios cambiantes en función de cada coyuntura. Si, como viene sucediendo desde el principio de la crisis económica, surgen dudas acerca de que esas victorias electorales puedan repetirse, es entonces su peculiar manera de ejercer el liderazgo lo que pierde fundamento y, por tanto, lo que queda en entredicho.

Es seguramente ahí donde habría que buscar una de las principales causas del malestar que empieza a cundir en las filas socialistas; un malestar multiplicado por el hecho de que la actual dirección ha desmantelado los espacios orgánicos en los que debía desarrollarse el debate interno. Los dirigentes socialistas que discrepan del imprevisible contorsionismo desarrollado por el jefe del Ejecutivo no están teniendo, así, otro camino que el silencio resignado o el abandono de la política. En una sola semana, tres ex ministros han dejado su escaño y es previsible que otros lo hagan próximamente. Consciente de esta situación -que, sin embargo, se sigue negando-, Zapatero encara la reunión del comité federal del partido el próximo fin de semana. Es posible que consiga suscitar un cierre de filas en torno a su figura; pero si es a costa de aplazar los debates reales, será un paso en falso.

Como jefe de Gobierno, Zapatero ha querido actuar con los mismos criterios que como jefe de partido. El nombramiento de ministros no ha obedecido a razones políticas identificables, ni su cese. Y una vez en el cargo no se les ha reconocido una competencia exclusiva sobre su departamento, sino que han visto constantemente zapada su labor por las intervenciones de un presidente que los puentea y los desautoriza sin reparar en el coste político e institucional que esta forma de actuar representa para el máximo órgano de dirección política del país. Solbes no es el único que ha sufrido este desgaste, pero sí constituye el caso más grave por la importancia del cargo.

Competencias relevantes como Universidades, claves para el nuevo modelo productivo que proclama el Gobierno, han transitado sin motivos de peso entre varios ministerios, igual que Asuntos Sociales. Los titulares de Industria y de Ciencia se han disputado otras competencias y se han dado hasta codazos en organismos internacionales. Vivienda se creó contra la burbuja inmobiliaria, pero se ha mantenido con los precios de los pisos a la baja. Y, desde el punto de vista formal y contra toda lógica institucional, el propio presidente es responsable de Deportes.

Si el Gobierno que preside Zapatero desea alejarse de la pendiente por la que se está precipitando y asegurar su continuidad, y, lo que es más importante, liderar la recuperación económica y no la marcha hacia el abismo, es preciso un cambio. Pero no sólo de unas políticas que no se sabe bien del todo en qué consisten, sino de una forma de decidirlas y ejecutarlas que está alcanzando unos niveles de confusión sin precedentes, especialmente en asuntos de tanta trascendencia como la lucha contra una crisis que nos acompañará aún mucho tiempo.

Economía

lunes, 14 de septiembre de 2009

Señora ministra de Sanidad, escúcheme usted

Os invito a leer la carta que ha enviado Mónica Lalanda a la ministra de sanidad. Mónica ha pasado los últimos 16 años en Inglaterra, la mayoría como médico de urgencias en Leeds (West Yorkshire). En la actualidad trabaja en la unidad de urgencias del Hospital General de Segovia, participa en varias publicaciones inglesas y también ilustra libros y revistas con viñetas médicas.




9 de septiembre de 2009.- Señora ministra, le propongo que sea usted la primera española que se vacune contra la gripe A. De hecho, con este despropósito llamado autonomías, si se vacuna usted y toda la cartera de gente que nos gobierna en España, el grupo control sería lo suficientemente grande como para sentirnos todos más seguros.
Verá usted, le agradezco que me haya colocado a la cabeza de los grupos de riesgo y que tenga usted tantísimo interés en que no me coja la gripe. Entiendo que usted me necesita para que el sistema de salud no se colapse; sin embargo, es una gran pena que al igual que usted se preocupa por mi salud y de repente me valore como un bien nacional, no se preocupe por mi situación laboral. La invito a que venga a ver mi contrato o el del resto de los médicos en este país. La gran mayoría trabajamos con contratos que en el resto de la Europa antigua serían una vergüenza.
Señora ministra, yo no me voy a vacunar. El virus no ha acabado de mutar y a partir de la última mutación deberían pasar seis u ocho meses para elaborar susodicha vacuna. Es decir, la vacuna que nos proponen no puede ser efectiva. En cuanto a su seguridad, ya tenemos la experiencia de vacunas para la gripe fabricadas con prisas; se usan adyuvantes peligrosos para poder poner menor cantidad de virus. Francamente, yo prefiero tener mocos tres días que sufrir un Guillain-Barré.
Señora ministra, a mí no me gusta ser un conejo de indias. El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de la UE "espera a saber cuáles son los efectos de la vacuna en los adultos sanos para detectar posibles consecuencias adversas". Mire usted, casi que no. Prefiero que se la ponga usted y me lo cuenta.
Señora ministra, se les está marchando el asunto de las manos. Está ya más que claro que este virus, aunque muy contagioso, es muy poco agresivo y más del 95% de los casos cursa de manera leve. Se espera un máximo de 500 fallecimientos frente a los 1500 a 3000 que provoca la gripe tradicional.
Mientras tanto, usted está permitiendo un despilfarro de recursos inaceptable. Muchos hospitales en el país están siendo objeto de cambios arquitectónicos absurdos e innecesarios para prepararse para una hecatombe que ya sabemos no va a ocurrir. Se han gastado ustedes 333 millones de euros en esta pandemia de color y fantasía. La letalidad del virus es del 0.018%, francamente irrisoria.
Señora ministra, déjeme que le recuerde que la gripe A ha matado de momento a 23 personas y que tiene una tasa de incidencia de 40-50 casos por semana y 100.000 habitantes. Sin embargo, el tabaco produce en España 40.000 muertes al año y 6.000 por tabaquismo pasivo. Eso sí que es una pandemia, pero usted prefiere ignorarla. Es un tema menos atractivo y que le crearía multitud de enemigos. De los 447 muertos en las carreteras españolas en 2008, ni hablamos, que no es de su cartera.
Señora ministra, explíqueme por qué tiene usted el Tamiflú bajo custodia del ejército. La eficacia de los antivirales en esta gripe es dudosa y de cualquier manera lo único que hace es reducir en un ratito la duración de los síntomas y con efectos secundarios no despreciables. Cualquiera diría que guarda usted bajo siete llaves la cura contra el cáncer o la peste bubónica. Ponga el fármaco en las farmacias que es donde debe estar y déjese de fantasías más propias de Hollywood. Alternativamente, haga algo sobre la patente del osetalmivir y permita que lo fabriquen otras compañías farmacéuticas, así no hay agobios de restricciones.
Señora ministra, las previsiones de la Organización Mundial de la Salud ya se han patinado en ocasiones anteriores. Cuando la gripe aviar, predijeron 150 millones de muertos que al final quedaron en 262 fallecimientos. Se han vuelto a equivocar, no importa. Lo importante es parar la locura en la que estamos montados y esa, señora Jiménez, es responsabilidad suya.
Señora ministra, aquí una es una cínica por naturaleza. Demasiada gente se lleva tajada en este asunto. No sólo los fabricantes de las vacunas y los antivirus sino los que hacen las mascarillas, los de la vitamina C, los del bífidus activo, los fabricantes de ventiladores artificiales y pulsioxímetros, los de los pañuelos desechables, los productos de desinfección de manos, hasta los presos con enfermedades incurables que quieren aprovechar para marcharse a casa. Sin embargo, no me negará tampoco que la pantalla de humo les ha venido al pelo a su gobierno ahora que la crisis sigue su marcha, el desempleo tiene niveles históricos, nos suben los impuestos, sube el IRPF y baja el PIB. Una casualidad, supongo.
Señora ministra, una cosilla más. Si tengo que ver muchas más fotos suyas a media página con mirada astuta, trajes sexis y poses de modelo... ¡me va a dar algo!

viernes, 11 de septiembre de 2009

El agujero negro

Las trampas del ambicioso llevan a la perdición.

En política nunca hay que perder la compostura

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Entrevista a Alberto Recarte

Educación


Elvira Lindo en El País.




No se desaliente: no tenemos la educación pública que quisiéramos (a pesar de la aireada campaña "ni un niño sin ordenador") pero usted puede enseñar a su hijo a no despreciar el conocimiento. No se desanime: es probable que la buena educación le haga sentir a su hijo como un raro en determinados ambientes, pero superados esos desajustes no habrá en el futuro estrés postraumático. No deje para otros lo que puede hacer usted; no tiene por qué esperar, por ejemplo, a que en los colegios se enseñe a comer saludablemente; sienta como una vergüenza personal que en un país mediterráneo como el nuestro haya niños obesos; actúe, no es tan difícil, se trata sólo de enseñarles a comer como Dios. No se acompleje; no pasa nada porque vigile de cerca a su hijo adolescente, se ha hecho toda la vida sin pensar que se atentaba contra ningún derecho fundamental. No tenga miedo a racionar la televisión. No tenga miedo a asomarse a la habitación de su hijo, no se trata de espiar sino de proteger. No quiera ser como su hijo, no se juvenilice, él necesita sentir que está guiado por adultos. No tema decirle que está en contra del botellón y de los encierros, es bueno que él sepa lo que usted los detesta. Y por supuesto, no se apunte a un encierro por acompañar al niño, ahí sí que está usted perdiendo la cabeza y adiestrándole en la brutalidad. Hágale saber que tiene deberes con la sociedad, y si no quiere usar la palabra "sociedad", por ser algo abstracta, hágale saber que tiene deberes con seres concretos. No se deje estafar por esta especie de catastrofismo que nos arroja a pensar que, como todo es un desastre, nosotros, individualmente, no podemos hacer nada. Su desánimo tiene un componente de imperdonable pereza: si ha tenido hijos, sea padre, sea madre. ¡Ejerza! La mejor herencia que podemos dejar en este mundo grosero es la buena educación.

martes, 8 de septiembre de 2009

Putas en el mapa del tiempo


La opinión de Manuel Trallero.


Una de las grandes ventajas que llevaba aparejada la famosa “ordenanza civismo” es que por lo visto iba a acabar con la prostitución en el llamado “espacio público” El éxito ha sido extraordinario, propio del llamado “estado de las autonomías” y tres cuerpos policiales –tres- a saber Mossos d´Esquadra, Guardia Urbana y Policía Nacional deben coordinarse para acabar no con una amenaza terrorista, ni con una banda de feroces atracadores, ni para capturar a un asesino en serie, sino con unas putas que ejercen al aire libre. Lo bueno el caso es que se trata de una operación, con tiempo de caducidad, se acabará en otoño, según informan nuestras autoridades, de tal manera las putas en las Ramblas forman parte de la climatología patria como la “ola de calor sahariano”, el “anticiclón de las Azores” o la “ola de frio siberiano” Solo espero que en TV3 junto con la previsión de las temperaturas y la amenaza de chubascos digan solemnemente : “las putas de las Ramblas se retiran temporalmente”, igual que si las persiguieran los aliados en su marcha hacia Berlín.
Cuánta razón tenía Franco cuando afirmaba que los problemas los solucionaba el tiempo. Y sí no los solucionaba, dejaban de serlo. ¡Qué franquista es esta Catalunya de Montilla y compañía! Persiguiendo puta

domingo, 6 de septiembre de 2009

El milagro de la democracia en España


Carlos Carnicero en El Periódico de Catalunya


Tomando un poco de distancia podría considerarse un milagro el funcionamiento de la democracia en España. Veamos: el PP hace una descalificación universal de las instituciones, considera que el PSOE en el poder ha creado un Estado policial sin garantías y que las escuchas y la persecución a su partido son consecuencia de una conspiración de jueces, fiscales y policías. No demuestra nada, no denuncia judicialmente nada y amenaza con los tribunales europeos. Su desprecio por el Estado de derecho coincide, en el otro polo magnético de la democracia, con la denuncia sistemática de ETA y Batasuna del Estado español como «un Estado policial». Las denuncias del PP alimentan la descalificación de los radicales.
Sigamos: Esquerra no está dispuesta a tolerar que se toque una coma de un estatuto para el que pidió el voto en contra: ahora es su máxima defensora y amenaza al Tribunal Constitucional. Suponiendo que sea generalmente aceptado que esta institución es la máxima y definitiva intérprete de la Constitución, ¿se puede entender que se la intimide en función del dictamen que realice y que se anuncie de antemano que si este no es satisfactorio sencillamente no se acatará?
José Montilla, representante ordinario del Estado en Catalunya, además de presidente de la Generalitat, también advierte a su propio partido de las consecuencias de una sentencia determinada, lo que no tiene otra interpretación posible que su convicción de que el tribunal podría cambiar su resolución en función de las admoniciones y las advertencias que recibe.
Hubo un tiempo en que no respetar la Constitución y su interpretación era motivo suficiente para situarse fuera del sistema. Ha llovido mucho desde las sentencias sobre la LOAPA y sobre la privatización de Rumasa. Pero las cosas no han cambiado: tenemos una clase política que ni siquiera se pone de acuerdo en las reglas del juego. Todo en la vida necesita de unas reglas indiscutibles y aceptadas por todos. Mucho más la vida democrática. Pero en España es posible ser representante institucional y no creer en las instituciones.

Romance de la bolsa de Carrefour‏


Antonio Burgos en ABC.

GUARDE silencio la oferta del yogur sin calorías. Que se pongan negro luto azúcar y sacarina. Media asta en los envases de dos litros de lejía. Pongan cara de tristeza las cajeras en su línea. Crespón negro al detergente y otro a la pescadería: que tome color carbón la plata de las sardinas; lloren lágrimas saladas cazones y pescadillas. Y que el rojo del añojo que hay en la carnicería tome tintes funerales, sea de lomo o sea costilla. Que todas las marcas blancas se pongan negra mantilla. Se acabó lo que se daba: no hay más bolsas gratuitas, bolsas del Club Carrefour, bolsas útiles, divinas, que luego para mil cosas en tu casa te servían: para guardar ropa sucia, para guardar ropa limpia, para tirar la basura, para mil cosas distintas.
Yo vengo del Carrefour, que era una gloria bendita, con los precios más baratos y las ofertas más lindas, los detergentes más limpios, las fregonas más lucidas, las lechugas más romanas y las mejores endivias, las sandías siderales y los pepinos que envidia le daban a los maridos, que no sé en qué pensarían, pues al verlos las mocitas de rubor enrojecían.
Yo vengo del Carrefour, ay, yo no sé por qué iría. El alma traigo en los pies, desolada y decaída. Otras veces esta vuelta rebosaba de alegría. Venía con veinte bolsas a cual mejor y magnífica. En la una las gamuzas que el polvo atrapan y limpian; en la otra, los yogures; en una más las delicias de las latas de caballa, de las marcas más eximias, el café Catunambú, aceite de La Masía, el queso del Caserío, la Nutella y la Nocilla, los filetes de ternera, las buenas latas de piña, cerveza de la Cruz Campo con caballo que relincha porque es «sin», Kaliber llaman, y ocho latas me traía. Otras veces que ahora evoco yo del Carrefour venía con bolsas como tesoros y al llegar a la cocina era Jauja lo que entraba en cada bolsa que abría. En la una el cilibán, limpia cuanto te imaginas; en la otra tres gamuzas, siete kiwis, tres bombillas de esas de bajo consumo que ahorran tanta energía, y en otra más cocacola que hay en la América misma, en esa versión que es ligth, ni azúcar ni cafeína.
Ya vengo del Carrefour, y lágrimas me caían, de nostalgia inconsolable cuando llegar a la línea de la Caja Diecinueve, que es mi caja preferida, va y me suelta la cajera, va y me dice así la niña: «Lo siento, ya no hay más bolsas, porque el aire contaminan y el agujero de ozono llega de aquí a la Argentina, que esas bolsas puñeteras no hay forma de destruirlas, duran más que duró Chaves presidiendo Andalucía. Por eso no habrá más bolsas -sigue diciendo la niña-, porque ahora son reciclables; las damos de cortesía, estas bolsas fabricadas sin daño a la ecología para que así se acostumbren los pepes y las marías, y se hagan a la idea de que dentro de unos días tendrán que comprarlas ellos, medio euro una valía, o que las bolsas de casa cada uno las traía, cada cual se las componga, que no hay más bolsas dañinas; lo llevas con las dos manos lo que has comprado, alma mía, o con dos co...ntenedores de compras de la familia, y al que así Dios se la dé, San Pedro se la bendiga».
En cuanto he llegado a casa he buscado en las reliquias del armario donde guardo los diarios de otros días, y allí te he encontrado, oh bolsa, oh querida bolsa mía, oh bolsa del Carrefour, bolsa de toda la vida, tan blanca, roja y azul, tan preciada y tan precisa. Te voy a poner un marco, oh bolsa, ay, bolsa mía, como un recuerdo de antaño, como parte de mi vida, evocación de los tiempos en que por la ecología no te daban el por saco que ahora en Carrefour se estila. Esto parece un atraco: «Venga, la bolsa o la vida». Esta bolsa sin Nikkei ya en ningún sitio cotiza; ni en Madrid ni en Guolestrí tuvo nunca esta caída. En Carrefour no dan bolsas, ¡me cago en la ecología!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Solidaridad con Zapatero


Edurne Uriarte en ABC


Criticas la subida de impuestos y el Gobierno te amenaza con el estigma de la insolidaridad, maldad de gravedad comparable con el racismo, el machismo o con la intolerancia religiosa hasta hace no mucho. Pero en abierto cuestionamiento en la actualidad. Como lo está el Estado del Bienestar en todas partes. No para desmantelarlo, pero sí para dejar de presionar con un solo euro más a los ciudadanos más productivos para sufragar el gigantismo del Estado.
Es el primer error de Zapatero en su apelación a la solidaridad «de los que más tienen». Su concepto de solidaridad corresponde al Estado del Bienestar de los años 70 o de los 80. Desde entonces, el problema es reformar los errores y disfunciones desarrollados por el Estado con la ingente solidaridad obligatoria detraída a las clases medias. No quitar más, sino dejar de malgastar lo quitado. A eso que él llama solidaridad, muchos lo llaman abuso del Estado. Y al otro lado del Atlántico, incluso socialismo, socialismo del de Marx, una de las críticas de la durísima y muy extendida oposición a la reforma sanitaria de Obama.
El segundo error es aún peor para el presidente. Parece no haberse enterado aún de que cuando apela a la solidaridad con los que menos tienen, una buena parte de los españoles entendemos solidaridad con él mismo, con los agujeros de sus cuentas públicas. Menta la solidaridad y apela al déficit. A su déficit. Al que se ha quintuplicado con respecto al mismo período del año pasado. Por su responsabilidad. Y no por la crisis, que ha provocado un descenso de la recaudación, pero no es responsable del despilfarro liderado por Zapatero en contra de la opinión de la mayor parte de la oposición.
Y con el problema añadido de que la solidaridad que ha practicado con el dinero que no tenía y ahora nos exige se funda en razones electorales y políticas y no altruistas.

martes, 1 de septiembre de 2009

Del pararrayos al IVA


Valentí Puig en ABC


EN este mundo nada se puede dar por seguro -decía Franklin- excepto la muerte y los impuestos. Franklin también inventó el pararrayos al captar electricidad de las nubes por el hilo de una cometa. Eran portentos de la era de la razón. En la era del Estado fiscal, las cosas han ido evolucionando hasta dar luz al Impuesto sobre el Valor Añadido. La hipertrofia del gasto público liderada por el presidente Zapatero también necesita de pararrayos. Es lo que le pasa al Gobierno del PSOE por su tan titánica y apresurada acumulación de déficit público. Está buscando su cometa en los repliegues del sistema tributario.
Zapatero ha avanzado algunas claves tributarias, antes de su acostumbrada alocución inaugural de la «rentrée» política, en Rodiezno. Opta, si no se trata de un globo-sonda, por gravar más las rentas del capital. Es decir rendimiento de productos financieros, fondos de inversiones, dividendos y plusvalías por venta de acciones. Aparentemente, un puyazo al capitalismo grosero y despiadado si no fuera porque en realidad afecta a las clases medias, ya tan baqueteadas. Las grandes fortunas operan con sus Sociedades de Inversión de Capital Variable, las Sicav.
El IRPF no se toca, dice el PSOE. Claro que también había dicho que la recesión no existía o que la economía española estaba preparada para todo trance. Por si acaso, a la opinión pública española le sería estimulante escrutar con detenimiento todo lo que venga facturado con la etiqueta «fiscalidad verde» o medioambiental porque ahí la sobredimensión también resulta ser un factor que desincentiva el crecimiento.
Luego vendrá el debate presupuestario en el Congreso de los Diputados, con filtros ideológicos y territoriales de IU y ERC. Todo viene precedido por simulacros y cortinas de humo, improvisación, contradicciones y desmentidos que ilustran cierta perplejidad interna del Gobierno a expensas del mejor encauzamiento electoral de lo que queda de legislatura, con el paso del Ecuador cifrado en la presidencia semestral de la UE y la posible visita de Obama.
Más impuestos o menos gasto público: es la duda hamletiana ante la recesión, sobre todo en la Unión Europea. En España sería más gasto público y más impuestos, sobre rentas del capital, según dice Zapatero. En este panorama de agobios, no sólo los empresarios consideran que un incremento del IVA es el menor de los males. Pero ahí aparecen IU y ERC con una mentalidad confiscatoria arcaica, partidarios de subir los tipos impositivos a las rentas más altas. Persiste una izquierda imposible, todavía en la inopia respecto al fracaso histórico de las políticas redistributivas. Decidir el pararrayos no es cuestión en la que sólo tengan algo que decir los socialistas. Por un efecto especular, compartir la reluctancia a una mayor presión fiscal pudiera tener el efecto de aproximar PP y CiU. Ahí cuenta también el Tribunal Constitucional, sobre el «estatut».
En «Dinero y poder», Niall Ferguson deriva de la guerra el desarrollo del Estado fiscal: los gastos militares originaron en gran parte la innovación fiscal. Luego, con el Estado de bienestar, la función fundamental del gobierno fue la redistribución en lugar de la defensa. Es algo a considerar en la actual gran crisis. En la UE, el futuro del Estado del bienestar dependerá de cuál sea la salida a la recesión. Con más déficit, la deuda gravará de modo bárbaro las generaciones que vienen. Elegir bien los pararrayos es esencial. Con su filosofía práctica de almanaque, Franklin también dejó dicho que el tiempo es dinero.