martes, 1 de septiembre de 2009
Del pararrayos al IVA
Valentí Puig en ABC
EN este mundo nada se puede dar por seguro -decía Franklin- excepto la muerte y los impuestos. Franklin también inventó el pararrayos al captar electricidad de las nubes por el hilo de una cometa. Eran portentos de la era de la razón. En la era del Estado fiscal, las cosas han ido evolucionando hasta dar luz al Impuesto sobre el Valor Añadido. La hipertrofia del gasto público liderada por el presidente Zapatero también necesita de pararrayos. Es lo que le pasa al Gobierno del PSOE por su tan titánica y apresurada acumulación de déficit público. Está buscando su cometa en los repliegues del sistema tributario.
Zapatero ha avanzado algunas claves tributarias, antes de su acostumbrada alocución inaugural de la «rentrée» política, en Rodiezno. Opta, si no se trata de un globo-sonda, por gravar más las rentas del capital. Es decir rendimiento de productos financieros, fondos de inversiones, dividendos y plusvalías por venta de acciones. Aparentemente, un puyazo al capitalismo grosero y despiadado si no fuera porque en realidad afecta a las clases medias, ya tan baqueteadas. Las grandes fortunas operan con sus Sociedades de Inversión de Capital Variable, las Sicav.
El IRPF no se toca, dice el PSOE. Claro que también había dicho que la recesión no existía o que la economía española estaba preparada para todo trance. Por si acaso, a la opinión pública española le sería estimulante escrutar con detenimiento todo lo que venga facturado con la etiqueta «fiscalidad verde» o medioambiental porque ahí la sobredimensión también resulta ser un factor que desincentiva el crecimiento.
Luego vendrá el debate presupuestario en el Congreso de los Diputados, con filtros ideológicos y territoriales de IU y ERC. Todo viene precedido por simulacros y cortinas de humo, improvisación, contradicciones y desmentidos que ilustran cierta perplejidad interna del Gobierno a expensas del mejor encauzamiento electoral de lo que queda de legislatura, con el paso del Ecuador cifrado en la presidencia semestral de la UE y la posible visita de Obama.
Más impuestos o menos gasto público: es la duda hamletiana ante la recesión, sobre todo en la Unión Europea. En España sería más gasto público y más impuestos, sobre rentas del capital, según dice Zapatero. En este panorama de agobios, no sólo los empresarios consideran que un incremento del IVA es el menor de los males. Pero ahí aparecen IU y ERC con una mentalidad confiscatoria arcaica, partidarios de subir los tipos impositivos a las rentas más altas. Persiste una izquierda imposible, todavía en la inopia respecto al fracaso histórico de las políticas redistributivas. Decidir el pararrayos no es cuestión en la que sólo tengan algo que decir los socialistas. Por un efecto especular, compartir la reluctancia a una mayor presión fiscal pudiera tener el efecto de aproximar PP y CiU. Ahí cuenta también el Tribunal Constitucional, sobre el «estatut».
En «Dinero y poder», Niall Ferguson deriva de la guerra el desarrollo del Estado fiscal: los gastos militares originaron en gran parte la innovación fiscal. Luego, con el Estado de bienestar, la función fundamental del gobierno fue la redistribución en lugar de la defensa. Es algo a considerar en la actual gran crisis. En la UE, el futuro del Estado del bienestar dependerá de cuál sea la salida a la recesión. Con más déficit, la deuda gravará de modo bárbaro las generaciones que vienen. Elegir bien los pararrayos es esencial. Con su filosofía práctica de almanaque, Franklin también dejó dicho que el tiempo es dinero.
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