sábado, 31 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (19)


El pobre Companys ha sido juguete del destino, triste destino de Arlequín en el escenario de un guignol trágico. No es bueno, ni es malo; no es listo, ni es tonto. "Tiene... pero le falta", como decía Antonio Palomero, malogrado ingenio de la prensa nacional.
España no puede sentirse orgullosa de sus hombres representativos de las generaciones que viven, es cierto, pero menos "que de otras de sus regiones, de las de Cataluña".
Tantos años de voces, de esfuerzos, de luchas políticas, para que en la hora precisa de su pretendida liberación la represente y dirija Maciá, respetable porque está muerto y porque no era mala persona; y en la vacante le suceda un Companys, más respetable también por medio muerto que por vivo. ¡Tremenda ironía!

sábado, 24 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (18)


Al frente de la Generalidad estaba Luis Companys. No puedo dispensarme de traerle a colación porque, por insignificante que la personalidad sea, y lo es mucho más de lo que puede suponerse, representa una realidad.
La fatalidad tiene su lógica. A un Presidente de la República como don Niceto tenía que corresponder un Presidente de la Generalidad como Maciá. Y cuando aquél empezó a bajar de tono en el concepto público, para no desentonar demasiado, el pobre Maciá se murió y le sucedió el pobre Companys. La verdad es -y lo digo sin exceptuarme- que en nuestra desgraciada República todo ha ocurrido parejo: cosas, hechos, hombres y categorías. Por unas o por otras causas, la curva de depresión general que la Humanidad vive bajando a trompicones desde hace tiempo, ha cogido de pleno a nuestra generación. Sí; aquí todos, en efecto, podemos llamarnos de tú. El llamárnoslo mirando al interlocutor de alto a bajo es cuestión de estatura física; algunas veces de estaura moral, de estaura intelectual muy pocas.

jueves, 22 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (17)

La policía detiene a don Niceto. Antes de conducirle a la cárcel le acompaña a la Iglesia. Don Niceto oye misa, confiesa y se comulga. Don Niceto ingresa resignado en su celda de la Prisión de Madrid. Allí, Largo Caballero y Fernando de los Ríos, y Giral, y Ortega Gasset y más tarde Casares Quiroga.
Son el anticaciquismo, el ateísmo, el anticleralismo, el nacionalismo, la masonería, la revolución política y social, todo lo contrario que don Niceto Alcalá Zamora.
El comunismo de la prisión, la convivencoia, el trato, les relaciona a todos ellos en estrecha amistad. En determinado momento y sospechoso incidente de la vida carcelaria, Largo Caballero defiende la trascendencia del episodio a dar motivo de que se suponga, y hasta se crea, la noticia de que por enlace que el amor santifica, el liberal y el comunista, el católico y el ateo, pueden llegar a ser parientes espirituales.

La pequeña historia de España. (16)


Don Niceto no era un fariseo, en el sentido vulgar que ha venido a tener la palabra al convertirse de sustantivo en adejtivo. Pero en cuanto el fariseo representaba en el judaísmo el sentido legalista, formulario, estricto y austero de la religión mosaica, de don Niceto puede decirse sin paradoja que es un fariseo-católico.
Practica la religión católica para cumplir un deber más que para satisfacer un sentimiento. Pues, por católico, por religioso, por creyente, republicanos y socialistas sintieron contra él las mismas prevenciones y hostilidades que por cacique monárquico.
Me refiero, ya se supondrá, a esos republicanos y socialistas que, sinceramnete, por suponerse ateos o por titularse anticlericales a la usanza demagógica, son intolerantes, intransigentes y enemigos jurados de todos los creyentes, cualquiera que sea su religión.
Sin embargo, la vida, el sentimiento humano, la realidad, prescinden de esas prevenciones y sobre ellas se remontan.

lunes, 19 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (15)

Pedí la palabra y hablé. Comencé con el saludo a los gladiadores romanos al César. Traté a Prieto como un adversario aunque él se había comportado como un enemigo. Pero yo gozaba el desdén magnífico de no dignarme a ser enemigo suyo. Comprendía su posición y su papel, pero reconocía y me explicaba el empuje con que me combatió, él, que empezaba a subir la escalera de Jacob cuyos peldaños más altos se pierden en la gloria. La gloria para Prieto es la Presidencia del Consejo de Ministros, con la que, de paso, pensaba matar de envidia a su "camarada" Largo Caballero. Fui tan benévolo con él que le ascendí de simple gato montés a león joven.

La pequeña historia de España. (14)


Por estas causas y por otras, yo he sido, sigo siendo y seré, un fervoroso amante del Ejército, subordinado al servicio de la Patria. Lo que no he sido nunca, ni lo soy, ni lo seré, es "antimilitarista". Si por amor a la supremacía del Poder civil, he sido, soy y seré "anticlerical", es decir enemigo de la intervención y participación privilegiadas de la Iglesia en el Estado, por amor a la supremacía del poder civil he sido, soy y seré antimilitarista, es decir, enemigo de la intervención y participación sistemáticas y privilegiadas del Ejército en el Estado.

martes, 13 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (13)

Sigo con los retazos del libro que escribió Alejandro Lerroux.


Habían oído hablar de mis antiguas propagandas anticlericales, trillados caminos por donde se han iniciado tantos militantes de la democracia. Nadie habría ido a decir a ésas y otras humildes monjitas, que yo, a imitación del Maestro -perdón por la jactancia-, soy tan anticlerical como Jesús, con las disciplinas en el atrio del templo, pero no más, ni hago del anticleralismo fundamento y razón de mi política, que aspiraba solamente a "darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" también obedeciendo a Cristo.

La pequeña historia de España. (12)


El partido radical, fundado por mí en el año 1907, era la única organización republicana con carácter nacional que existía en España y tenía representación en todas las provincias. Núcleos de importancia local o regional sólo quedaba el de Valencia.
Con mi partido había que contar para toda empresa política. Se había cumplido la profecía que tuve la osadía de hacer, apenas nacido, desde la tribuna parlamentaria, cuando dirigiéndome a los jefes monárquicos dije:
"En lo sucesivo podréis gobernar contra mí, pero sin mí no podréis gobernar".

jueves, 8 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (11)


Yo había nacido en La Rambla, partido judicial de la provincia de Córdoba, que con el de Posadas formaba un distrito electoral. De mi pueblo salí a los 40 días y no volví cumplidos los 40 años, cuando ya se había dibujado mi personalidad política en el escenario de la vida pública. Ni la heredé, ni me la regalaron, ni la improvisé. En La Rambla empezaron a conocerme el juez y el cura de la parroquia donde me bautizaron, por el sinnúmero de certificaciones y partidas de bautismo que durante mi época de periodista activo y combatiente, los jueces que me procesaban en Madrid reclamaban de aquellas autoridades. Después los azares marciales y pintorescos de mis luchas con el cortejo de prisiones, emigraciones, etcétera... y mis primeras campañas en el parlamento, acrecentaron mi fama.
Los distritos rurales, generalmente de arquietctura caciquista, aspiraban a tener a su servcicio "personajes" de influencia que, a cambio del acta de diputado, los protegiese y fuese agente y procurador de sus intereses.
Con todo, la primera vez, mayor de edad y diputado, fui a La Rambla, me recibieron a pedradas y a duras penas encontré dónde alojarme. La segunda vez pude hablar desde el balcón del Ayuntamiento. La tercera me acogieron bajo palio o poco menos, música y cohetes. No hay que decir cómo me trataron cuando fui ministro...

lunes, 5 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (10)

Los republicanos históricos queríamos haber fundado un régimen nacional, es decir, para todos los españoles; democrático, es decir, sin privilegios; liberal, es decir, que respetase el derecho ajeno y fuese accesible a todos los ciudadanos.

domingo, 4 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (9)

A los auténticos intelectuales, legítimos prestigios del país, procedentes de la cátedra y del foro, se les abrieron los brazos con ese generoso sentimiento de la democracia que parece buscar en la selección de sus mejores la aristocracia natural, legítima, la garantía moral y la dirección y gobierno de la inteligencia para el cumplimiento de su misión.

sábado, 3 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (8)


A ello se opusieron los gobernantes de la monarquía que, apenas levantada mi bandera y promulgado mi programa, me combatieron sañudamente, protegieron a mis enemigos, me derrotaron en unas elecciones y, viéndome sin la inmunidad parlamentaria, lograron que los tribunales me condenaran en un resucitado proceso por delito de imprenta. Para evitar ocho años y un día de prisión tuve que vivir dos emigrado en Europa y en América.

La pequeña historia de España. (7)

Había conseguido por una labor perseverante y personalista de propaganda y organización que comencé hace treinta años, constituir un partido republicano de amplitud nacional. Recorrí toda España incorporándome masas populares que logré separar de los focos extremistas revolucionarios. El Partido Republicano Radical llegó a ser una fuerza política liberal, democrática, progresiva, de sentido gubernamental. Se agregaron también elementos de la clase media y de las profesionales liberales que, por espontánea selección, formaron pronto un estado mayor.
Gran oportunidad fue aquélla para haber agrupado a la nueva generación en una extensa y auténtica democracia nacional, plasmada sobre moldes nuevos, hasta donde ello fuera posible en un país que no ha pasado por las experiencias y evoluciones que fraguaron tan consistentes y duraderas de los pieblos como Inglaterra, Francia y Estados Unidos.

viernes, 2 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (6)


Se puso de moda llamarse socialista, y algunos lo adoptaron como segundo apellido, pero mucho señorito de provincias se afilió directamente al socialismo y al sindicalismo de diversas tendencias, al mismo compás con que los Gobiernos elaboraban leyes de reforma social con precipitación excesiva, que demostraba más pronto miedo a la amenaza de la revolucón proletaria que amor al proletariado y a la justicia social.

jueves, 1 de julio de 2010

La pequeña historia de España. (5)


La clase media, anegada en el rebaño de la "masa neutra", y retraídos o disfrazados en sus empleos los profesionales de las ciencias y las artes; los intelectuales por antonomasia, afectando a los unos el desdén de su superioridad de clase, y los otros cultivando como "dilettantes" sus preferencias en la regalada comodidad de sinecuras burocráticas, o prefiriendo la feliciciad de la crítica banal y sin finalidad a la abnegación creadora del magisterio por el trabajo y por el ejemplo.
Entre unos y otros habían dejado acéfalos a los partidarios de acción, que seguían convirtiendo en virtud y en cualidad la consecuencia de solfear eternamente sobre los mismos pentagramas en que aprendieron el himno de Riego y la Marsellesa.

La pequeña historia de España. (4)


Así se explica que en España el pronunciamiento que estableció la Dictadura militar el 13 de septiembre de 1923 fuese acogido por el país sin desagrado y hasta con simpatía. Había que restablecer el orden como primera, urgente necesidad. Y se restableció el orden, un orden... El caso es que durante siete años consecutivos no hubo crímenes sociales sino el que sirvió de escarmiento por su represión justa y fulminante. Tampoco hubo lucha de clases. Cesaron las huelgas, dieron tregua los partidos políticos y alguno, como el socialista, colaboró sin rebozo en la obra de la Dictadura. En fin, reinó la paz, una paz...

La pequeña historia de España. (3)


Las campañas coloniales, las guerras civiles, los sacrificios revolucionarios, los desastres de Marruecos, la baja política y las luchas sociales había llegado a producir ne le alma nacional como un cansancio de vejez. De su fondo surgían ansias de paz y deseos de orden. Lo mismo le daba un régiemn que otro. Ninguno tenía legiones, ni héroes, ni mártires, porque la masa neutra predominante carecía de fe, la fe que mueve las montañas, según el Evangelio. Lo que quería era paz y orden.