lunes, 12 de diciembre de 2011

Ningún motivo para sentirme solo


Y no sabía que lo que yo sentía, en mi habitación, lamentándome de la época y el lugar que me había tocado vivir, era lo que vivían, y sentían, aunque de muy diferentes modos, como comportaba entonces y comprobaría después también, muchos jóvenes de mi edad, que formábamos una mayoría sociológica respecto de todos los demás grupos de edad, sobre todo respecto de los nativos que reivindicaban ostentosamente para sí la representación exclusiva de todo lo vasco; una mayoría soicológica que no era consciente (ni hoy tampoco, creo) de sí misma, y de que quienes la integramos vivimos y sentimos desde un punto de partida prácticamente igual, ya que todos somos hijos de la inmigración. Sobre todo yo no sabía lo más importante y nadie pudo ayudarme, ni venir a decírmelo (quizás tampoco le hubiera creído entonces, de habérmelo dicho alguien, porque no me fiaba ya de nadie): que no tenía absolutamente ningún motivo para sentirme solo, aunque tuviera tantos para sentirme tan desamparado com me sentía.


La identidad mestiza, PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO

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