viernes, 23 de diciembre de 2011
Defender la libertad
Hacer política, defender la libertad, no ha sido nunca fácil. Tampoco lo ha sido para los españoles de mi generación que vivimos en el País Vasco, que tenemos allí a nuestras familias y que defendemos desde cualquier foro nacional o europeo los valores constitucionales. Lo más doloroso, los momentos más duros de mi actividad política, los he vivido precisamente por el lugar en el que ha transcurrido mi vida. He asistido a demasiados funerales. He borrado demasiados números de teléfono de mi agenda. He sido testigo de demasiado dolor, de demasiadas injusticias. Durante demasiados años he visto cómo las familias de las víctimas de ETA iban a recoger, en la más absoluta soledad, los cadáveres de sus hijos, de sus hermanos, de sus maridos. He visto cómo se celebraban sus funerales, solos, sin el menor calor humano. Sólo los uniformados, la familia y unos poquitos más se juntaban alrededor del humilde féretro. No recuerdo los nombres de las víctimas, pero recuerdo las caras de sus seres queridos. Caras perplejas, rotas de dolor. Y de miedo.
ROSA DÍEZ
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