domingo, 2 de agosto de 2009
Tautologías
Jon Juaristi en ABC
EN El Correo del pasado viernes, Joseba Arregi plantea una interesante
serie de preguntas que deja sin respuesta o, mejor dicho, con una
tautología que obliga a seguir preguntando. ¿Por qué ETA no
desapareció con la transición a la democracia? Porque la sociedad
vasca, o una parte muy significativa de la sociedad vasca, ha
derrochado tolerancia y comprensión con los terroristas. La cuestión
que habría que formular a continuación es, obviamente, a qué se ha
debido tanta comprensión. Con todo, las preguntas de Arregi son muy
pertinentes, y sus respuestas tautológicas, nada vanas, porque, al
menos, impiden desviarse por los vericuetos estúpidos que tanto gustan
a los nacionalistas, como aquellos de la opresión nacional, cultural,
lingüística y majaderías similares. Arregi plantea sus preguntas con
rigor y valentía, y, desde luego, una de ellas encubre la respuesta
del millón. Quien sabe preguntar, responde preguntando, y es lo que
Arregi consigue -una respuesta redonda- al preguntar qué hace el PNV a
estas alturas reclamando una independencia nacional vasca como si
fuera un derecho natural perseguido y negado por España, y no, añado
yo por mi cuenta, una solemne gilipollez inventada a finales del siglo
XIX por un par de señoritos resentidos que nunca dieron un palo al
agua por no cansarse. Lo que hace el PNV es bastante evidente para
quien quiera verlo: seguir suministrando comprensión y coartadas
sentimentales a ETA. O, en otras palabras, facilitar la labor de los
corruptores de menores que reclutan nuevos terroristas para la banda.
Como bien dice Arregi, ya se ha hecho tarde para sostener que la
reivindicación de la independencia es inocente y no tiene conexión
alguna con el terrorismo. Cincuenta años y un millar de asesinados
demuestran lo contrario.
Hace ya muchos años, cuando los ciudadanos muertos a manos ETA no iban
ni por la mitad, propuse otra tautología: ETA mata porque en el País
Vasco hay mucho asesino suelto. Es cierto que las tautologías son
preguntas redundantes, preguntas disfrazadas de respuesta, pero, al
suscitar nuevas preguntas, van iluminando a los que de verdad quieren
enterarse de lo que se juegan en la respuesta y evitan mirar con
fijeza paranoica el dedo que señala la luna. Una tautología como la
última mencionada plantea una cuestión tan marginal al devaneo
ideológico como las sensatísimas preguntas del artículo de Arregi:
¿por qué el País Vasco ha producido tanto asesino en estos cincuenta
años? La Audiencia Nacional ha condenado muy recientemente a un
anciano dirigente nacionalista, padre y tío de etarras, por negar la
condición de asesinos de los asesinos de ETA. No discuto la sentencia,
pero me temo que es lo que piensa todavía hoy la mayoría de los
nacionalistas vascos, aunque no se atrevan a decirlo. Que matar por la
independencia de Euskadi, Euskal Herria o como quiera que llamen al
delirio de Sabino Arana, no es asesinar, sino matar en legítima
defensa de la patria oprimida. Si se les preguntase en qué se
manifiesta tal opresión, algunos aducirían ciertas paridas
coyunturales, como, por ejemplo, que el PSE y el PP vascos,
teledirigidos desde Madrid, han echado al PNV del gobierno autónomo
(obviando el insignificante detalle de que esa ha sido la voluntad
democrática de la mayoría de los vascos), pero todos aludirían a la
existencia, en las cárceles españolas, de un montón de presos vascos
que, al parecer, no merecen lo que les pasa. O sea, que Euskadi está
oprimida porque hay gente que mata por Euskadi. Típica tautología de
pederasta: sabiendo cómo soy, no me pongan delante niños ni guardias
civiles.
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