domingo, 30 de diciembre de 2012
sábado, 10 de noviembre de 2012
martes, 6 de noviembre de 2012
jueves, 25 de octubre de 2012
lunes, 15 de octubre de 2012
Fraude electoral
La carta de una lectora publicada en El País.
Soy socio de una cooperativa. Hace unos meses vino a mi empresa un comercial ofreciéndonos la materia prima que utilizamos a unos precios y con unas ventajas muy interesantes, he de decir que no estábamos muy contentos con el proveedor que teníamos. Firmamos un contrato con él por cuatro años como proveedor principal.
Pasados unos meses de la firma del contrato, los productos que nos traía y los precios no coincidían con lo acordado, eran de peor calidad y más caros. Hablamos con él y nos explicó que a su empresa tampoco le gustaba incumplir el contrato, pero que a su vez, las circunstancias del mercado y su proveedor, que era de otro país, les estaban obligando a aceptar condiciones distintas a las pactadas. Por esa vez aceptamos.
Unos meses después los productos y los precios volvían a empeorar, se seguía incumpliendo lo firmado en contrato y lo prometido después. Reunidos en asamblea, los socios de la cooperativa, decidimos denunciar el contrato por incumplimiento y buscar otro proveedor que no nos mintiera.
Lo has entendido correctamente. Soy español, mi empresa es España y el comercial el PP.— Reyes Maestre Fraguas.
jueves, 11 de octubre de 2012
El cerebro humano
Si el cerebro del ser humano fuera tan sencillo que lo pudiéramos entender, entonces seríamos tan estupidos que tampoco lo entenderíamos.
miércoles, 10 de octubre de 2012
Todo fluye
"Todo fluye", dijo Heráclito. Todo está en movimiento y nada dura eternamente. Por eso no podemos "descender dos veces al mismo río", pues cuando desciendo al río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mimos. La próxima vez que vayamos a votar, ni nosotros ni España será igual espero que lo recordemos y votemos en concecuencia.
lunes, 8 de octubre de 2012
¿Es Rajoy lo que necesita España?
    La opinión de Pedro G. Cuartango en El Mundo
Pero la gran cuestión que se empieza a plantear en voz baja, y que resulta casi un tabú formular en público, es si Rajoy tiene el carácter suficiente para liderar al país en una crisis sin precedentes y en la que hay que adoptar medidas que no figuran en ningún manual.
Pero la gran cuestión que se empieza a plantear en voz baja, y que resulta casi un tabú formular en público, es si Rajoy tiene el carácter suficiente para liderar al país en una crisis sin precedentes y en la que hay que adoptar medidas que no figuran en ningún manual.
domingo, 7 de octubre de 2012
Unos y otros
El español no tiene más que una idea para toda la vida, porque no le han enseñado otras. Bueno, una idea y su contraidea. El católico y el anticlerical, el liberal y el conservador. Y así todo. Lo que cada uno lleva en el trascorazón es el revés de la idea que luce en el pecho y en la frente. El bipartidismo es una forma democrática muy podre, pero también España es pobre ideológicamente. Rojos y legitimistas, eso es todo, con un nombre u otro. Y así se ha montado esta democracia. Con unos socialistas bien educados y unos consevadores poco fascistas. En realidad, aunque nuestros compañeros hayan tomado estas elecciones como una victoria pírrica, como el anuncio de una derrota, no ha ocurrido nada, sino que han corrido los turnos. Unos y otros van a alternarse como Cánovas y Sagasta, porque más que el fuero les importa el huevo y más que hacer España hacer una carrera, cada uno con su carrerita política.
El socialista sentimental, FRANCISCO UMBRAL
El socialista sentimental, FRANCISCO UMBRAL
viernes, 5 de octubre de 2012
jueves, 4 de octubre de 2012
Moscas
domingo, 30 de septiembre de 2012
Resbalad mortales
-Así es, en efecto. Patinar es media vida mía. Me conserva en relativa buena forma y, como suele decirse, patinando se conoce gente. Sartre escribió páginas excelsas sobre el patinaje y el deslizarse, que usted recordará, por supuesto.
-Desde luego. Resbalad mortales sobre la superficie de las cosas sin apoyaros nunca, para no hundiros, para no quebrar el hielo, para no quebrar la costra de la existencia, ¿no es eso lo que viene a decir Sartre?
El temblor del héroe, ÁLVARO POMBO
-Desde luego. Resbalad mortales sobre la superficie de las cosas sin apoyaros nunca, para no hundiros, para no quebrar el hielo, para no quebrar la costra de la existencia, ¿no es eso lo que viene a decir Sartre?
El temblor del héroe, ÁLVARO POMBO
viernes, 28 de septiembre de 2012
Palabra de Federica
Leyendo la biografía de Federica Montseny que escribió en su día la actual diputada por UPyD, Irene Lozano, descubro una interesante anécdota. El 18 de noviembre de 1982, es decir, tres meses después de la victoria del PSOE, la anarquista Federica dijo: "Los socialistas no han tomado el poder, sino el poder a los socialistas". Una verdad que el tiempo se encargó de cristalizar, lo malo es que me temo que esta sentencia no sirve sólo para socialistas, me da miedo pensar que sirve para todo aquel que llega al poder.
El silencio de Rajoy
La opinión de Federico Jiménez Losantos en El Mundo.
¿Qué clase de embrujo padece el político de Pontevedra para no vender ni siquiera lo que ya estaba vendido? ¿Qué raro mecanismo suicida ha activado La Moncloa en su inquilino como para tenerlo contra la pared en sólo cien días? ¿Por qué los actos de Gobierno parecen huérfanos incluso del intérprete que transmite a los discapacitados el discurso de los diputados por la tele? ¿Por qué vuelve a oírse en el ámbito del centroderecha el no se deja ayudar, igual que en la segunda legislatura de Suárez o en el último año de Aznar?
jueves, 27 de septiembre de 2012
lunes, 24 de septiembre de 2012
La voz de Rosa
La opinión de julia Navarro en Diario Siglo XXI.
Rosa Díez no es muy popular entre sus colegas del Congreso. No lo es porque en sus intervenciones suele poner el dedo en las llagas que a todos duelen. La portavoz de Unión, Progreso y Democracia irrita por igual a socialistas que a populares, y no digamos a los partidos nacionalistas. De manera que en la sesión de control del Gobierno hubo murmullos cuando Díez reclamó al presidente Rajoy que hay que refundar el Estado y acabar con las "duplicidades" en la Administración, que no podemos tener "diecisiete" de todo, que tal y como está concebido a día de hoy el Estado es económicamente inasumible, y que, por tanto, es hora de que asuma competencias y responsabilidades traspasadas.
Mariano Rajoy respondió a Rosa Díez con gesto serio. Seguramente porque en algunas cosas está más de acuerdo con ella de lo que está dispuesto a reconocer. De manera que el presidente "toreó" de salón diciendo que su Gobierno ya ha adoptado medidas para cambiar las cosas, y que entre sus planes inmediatos está el de acabar con las duplicidades. Pero más allá del "tú a tú" entre Rajoy y Díez en la sesión de control, lo cierto es que la portavoz de UPyD está llevando al Parlamento el sentir de la calle, algo en lo que no siempre afinan los políticos.
En estos momentos la "calle" reclama austeridad a las Administraciones. La calle está harta del despilfarro y la corrupción. La calle quiere ver a los políticos apretarse el cinturón y renunciar a algunas prerrogativas que pueden considerarse privilegios. Por ejemplo, UPyD también ha planteado que no cobren "dietas" los parlamentarios que viven en Madrid, a lo que se ha respondido con enfado por parte del resto de los grupos diciendo que eso es demagogia y que de renunciar a cobrar esas dietas nada de nada. Naturalmente, la "calle" se alinea con Rosa Díez en asuntos como este.
Yo creo que UPyD se está haciendo un hueco en la política española a fuerza de mimetizarse con la "calle". Escuchando a Rosa Díez uno cree estar escuchando al vecino del quinto, al parroquiano del bar de la esquina, a la panadera, al aparcacoches, o a una lejana tía. Por eso es por lo que Rosa Díez y quienes la acompañan en UPyD ponen tan nerviosos al resto de los grupos parlamentarios y yo diría que más que a ningún otro grupo al socialista. Sus excompañeros la miran de mala manera, y a duras penas ocultan su irritación. Demagoga es lo más suave que dicen de ella. Pero Rosa Díez está acostumbrada a nadar contra corriente y ha cogido la directa y no hay quien la pare, de manera que UPyD va a más.
En cuanto al guante que lanzó al presidente Rajoy conminándole a "refundar" el Estado, lleva su parte de razón. El Estado autonómico hay que reinventarlo sencillamente porque es muy caro y no nos lo podemos permitir. Las verdades del barquero son las que más molestan. Y eso es lo que hace Díez.
jueves, 20 de septiembre de 2012
PP + Amaiur
martes, 18 de septiembre de 2012
Ahora que la ETA cayó
No soy un gran amante de las chirigotas pero en la letra de este pasodoble se dicen verdades como puños.
jueves, 13 de septiembre de 2012
Al parroquiano ya convicto
Parálisis del sueño
No le gustaba su sueño, no era feliz en él, le resultaba inaguantable y todo parecía indicar que era uno de esos sueños en los que acababa cayendo por un precipicio. Al mismo tiempo, su cuerpo era incapaz de moverse como él quería. Por algún motivo no podía mover ni un dedo. Como si sufriera una parálisis del sueño.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Porque nos importa España
La opinión de Rosa Díez en su blog.
El primer debate tras la investidura de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno ha sido decepcionante. Sólo se escucharon –con puntualísimas excepciones- palabras huecas repetidas, tópicos defensivos u ofensivos y acusaciones sobre la responsabilidad que cada cual tiene que asumir por haber llegado a esta situación. La reflexión sobre la dramática situación política por la que atraviesa nuestro país brilló por su ausencia. Picoteamos sobre las medidas puntuales sin hacer un diagnóstico completo antes de seguir tomando decisiones coyunturales que, aunque fueran acertadas, lo único que conseguirán es retrasar el hundimiento de la nave que en este caso se llama España.
Creo que ha llegado la hora de la verdad y que hemos de dejar de soñar con que saldremos de esta crisis haciendo lo mismo que hacen los países de nuestro entorno. Nuestro hecho diferencial no es sólo que España tenga un modelo económico ineficiente; o un modelo de relaciones laborales largamente fracasado; o un sistema financiero tan vinculado al poder político que ha pervertido su objeto social hasta convertirse en mero receptor de créditos públicos. Nuestro hecho diferencial es que España tiene una estructura política y territorial que la ha convertido en un Estado inviable en lo político e insostenible en lo económico. Mientras no nos enfrentemos a ese problema seguiremos hundiéndonos sin remedio.
Me atrevería a decir que a estas alturas apenas nadie duda de la necesidad de reformar el modelo territorial del Estado. El diseño que se hizo al elaborar la Constitución del 78 ha fracasado. Es probable que cuando se redactó el titulo octavo de la Constitución se llegara todo lo lejos que aquel momento se podía y que definir con mayor claridad los techos competenciales definitivos de cada una de las administraciones públicas y cerrar el modelo fuera considerado imposible o innecesario. No es seguro que este modelo, así de abierto e indefinido, estuviera condenado a fracasar, porque la elasticidad e indefinición puede funcionar siempre que impere la corresponsabilidad política y prime el sentido de Estado. Pero en España, salvo en los primeros momentos de nuestra democracia, no ha existido ni lo uno ni lo otro. Las pulsiones territoriales –de los nacionalistas primero y de las baronías de los partidos nacionales después- junto con la falta de valor de los sucesivos gobiernos de España para salvaguardar el interés general aplicando aquellos artículos de la Constitución que le confieren esa competencia por encima incluso de las atribuidas a las Comunidades Autónomas como inclusivas han provocado el fracaso del modelo territorial diseñado en la Constitución del 78.
La pregunta es: si sabemos que el problema está en la estructura del barco ¿por qué nos autoengañamos y seguimos navegando, pensando que evitaremos el hundimiento tirando parte de la carga por la borda?. No hay ya carga que tirar para salvar la nave, salvo que tiremos a la tripulación y al pasaje. Y si los tiramos el barco también se hundirá, aunque nadie sobreviva para verlo. Las medidas para aligerar la carga sólo tienen sentido si a la vez nos ponemos a reformar los problemas de la estructura de la nave. Además hay que mirar bien qué es lo que se tira por la borda, no vaya a ser que lo primero de lo que prescindamos sea aquello que más necesitamos para sobrevivir. O sea, no hay que tirar los víveres o desembarcar a los mecánicos mientras se mantienen a bordo los diecisiete pianos de cola -no se debe seguir adelgazando el ya residual Estado y sangrando la exigua capacidad de ahorro de los ciudadanos- ; no se puede convertir el puente de mando en una asamblea deliberante en la que hay dos oficiales que ni siquiera son llamados al esfuerzo colectivo sólo por el hecho de que consiguieran el primer día camarotes de primera –no se puede excluir de las medidas fiscales a las CCAA que tienen más renta per capita, consagrando el principio de desigualdad e incrementando la ruptura de la unidad de mercado y de la cohesión-. Los trabajos de aligeramiento de la carga sólo serán útiles si sirven para ganar tiempo mientras se acomete la reforma de la estructura del barco para que éste desplace más agua de lo que pesa y sea capaz de navegar con seguridad y buen ritmo hasta el puerto de destino.
Se nos acaba el tiempo. El modelo autonómico español, tal y como ha venido desarrollándose, no da más de sí. Las leyes no son inmutables -tampoco la Constitución lo es- y hay que revisarlas a la luz de sus consecuencias. No vamos a ser prisioneros de nuestra breve historia democrática ni vamos a dar por consagrado ningún derecho por muy histórico que se defina en nuestra propia Carta Magna. El Constituyente hizo lo que en su día creyó que era lo mejor para ahormar las singularidades territoriales y las diversidades ideológicas de una España que venía de una guerra entre hermanos y de una larga dictadura. Todos supimos desde el primer momento que era una anomalía reconocer derechos territoriales en una Constitución democrática en la que los únicos que son titulares de derechos son los ciudadanos; se hizo porque se pensó que era la manera de “constitucionalizar” al nacionalismo y porque se creyó que eso no iba a producir graves consecuencias en la ruptura de la cohesión y de la igualdad entre españoles. El sistema tenía un riesgo que podía haberse sorteado si hubiera existido corresponsabilidad y sentido de Estado; pero la insaciabilidad de los nacionalismos y los complejos de los partidos nacionales que alternativamente han gobernado España nos han llevado a una situación que es insostenible.
Ya no quedan más parches que poner. Hay que revisar el Título Octavo de la Constitución y reformar el modelo de Estado. Hay varios modelos que podemos elegir; nuestra propuesta es un modelo federal cooperativo, con una amplia descentralización política y un gobierno central que tenga en su mano los instrumentos para garantizar la igualdad de los ciudadanos en su acceso a los servicios esenciales y la cohesión del país. Pero elijamos el que elijamos, no hay que olvidar que el modelo territorial no es más que un instrumento al servicio de un objetivo: un modelo de país justo, viable y sostenible.
Es preciso definir exactamente cuáles son competencias exclusivas e indelegables del Estado, y cuáles son las exclusivas de cada una de las administraciones. El modelo territorial no puede mantenerse por más tiempo sin un horizonte definido; este no modelo español, permanentemente abierto –competencias exclusivas, delegables y compartidas entre administraciones,- se ha ido concretando en función de las distintas pulsiones territoriales o de las necesidades políticas o parlamentarias de cada momento. Y eso nos ha llevado a este disparate: la convivencia de un Estado cuasi federal, cuasi confederal, cuasi centralista, con un Gobierno central que ejerce un poder residual en muchas cuestiones fundamentales –como la educación, la sanidad o la unidad de mercado- y resulta incapaz de garantizar la equidad entre ciudadanos y la cohesión y la competitividad del país.
Esto no da más de sí. No podemos mirar para otra parte por dificultoso que resulte coger a este toro por los cuernos y afrontar con todo realismo la cruda realidad. No saldremos de la crisis económica y social si no nos enfrentamos con la crisis política, que está en las instituciones. No tenemos derecho a no hacer nada escudándonos en lo dificultoso del trámite, en los riesgos que corremos al emprender este camino de reformas imprescindibles. Se levantarán en contra las voces de todos aquellos que se benefician del establishment, de que no cambie nada; pero no hemos de interrogarnos sobre lo que podemos perder; hemos de preguntarnos sobre lo que perderemos si no hacemos nada. Seamos generosos y valientes; tengamos esa ambición de país que caracteriza al buen político: pasión por la causa, sentido de responsabilidad y mesura. Y pensemos también en nuestros hijos: no podemos dejarles como herencia este desbarajuste de país.
Si no nos arriesgamos a ganar ya habremos perdido. Hagámoslo también en memoria de nuestros mayores. Hagámoslo, porque nos importa España.
lunes, 14 de mayo de 2012
Un ratón se encuentra a un gato vegetariano
Un ratón se encontró con un gran gato en un desván, que lo acorraló en una esquina sin dejarle escapatoria. El ratón le dijo, temblando: "Por favor, señor Gato, no me coma. Tengo que volver a mi hogar. Mis hijos me esperan hambrientos. Déjeme huir". El gato le respondió: "No te preocupes. No te voy a comer. No se lo digas a nadie, pero yo soy vegetariano. No puedo comer carne, así que has tenido suerte al encontrarte conmigo". El ratón le dijo: "¡Ah! ¡Qué día más maravilloso! ¡Qué ratón tan afortunado soy! ¡Mira que topar con un gato vegetariano!". Pero al instante, el gato se abalanzó sobre el ratón, lo inmovilizó con las zarpas y le clavó sus afilados dientes en el cuello. El ratón agonizante preguntó al gato con su último aliento: "¿Pero no habías dicho que eres vegetariano y no puedes comer carne? ¿Era una metira?". El gato dijo relamiéndose: "No, no puedo comer carne. No te he mentido. Por eso, voy a llevarte en la boca y te voy a cambiar por lechuga".
1Q84, HARUKI MURAKAMI
1Q84, HARUKI MURAKAMI
miércoles, 11 de abril de 2012
viernes, 27 de enero de 2012
Circense
domingo, 22 de enero de 2012
lunes, 16 de enero de 2012
domingo, 15 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
jueves, 12 de enero de 2012
martes, 10 de enero de 2012
lunes, 9 de enero de 2012
sábado, 7 de enero de 2012
Un partido necesario
La opinión de Nacho Prendes en La Nueva España.
Desde hace una semana no hay conversación familiar, amistosa o profesional que no desemboque en una queja sobre lo injusto de nuestra ley Electoral, una ley que otorga siete diputados a un partido con 333.628 votos y sólo cinco a otro al que han votado más de 1.100.000 españoles. Muchos son los que se apuntan ahora el tanto de haber descubierto esta falla de nuestro sistema político, pero cuando hace cuatro años un partido recién constituido, UPyD, colocaba como punto central de sus propuestas la reforma del sistema electoral, eran legión los que nos acusaban de vivir fuera de la realidad. Es el proceso de sobra conocido por el que suelen pasar todas las nuevas ideas: primero se ningunea, luego se ridiculiza y finalmente se copia.
Ni se trataba, ni se trata, de defender las propias aspiraciones. Otros son tan perjudicados como nosotros por esta injusta ley, aunque nunca han colocado esta cuestión en el centro de sus propuestas, pero sí somos los más convencidos. Convencidos de que no sólo vivimos en una crisis económica de magnitudes desconocidas, sino que íntimamente relacionada con ésta, en su base misma, se encuentra una crisis política e institucional que confiere perfiles especialmente dramáticos a la crisis financiera global hasta convertirnos en el país campeón absoluto de paro. Una crisis de un modelo institucional especialmente complejo e ineficaz, incapacitado para la adopción de las medidas y reformas necesarias y que, en actitud suicida, entrega la llave de la gobernabilidad a los que tienen como aspiración confesa acabar con él.
A estas alturas algo está claro: la única espada que puede desatar este nudo gordiano es la reforma del sistema electoral. Una reforma que nos permita construir la democracia del siglo XXI, que no puede estar basada en otro principio que el de la igualdad real del voto. Que cada voto cuente lo mismo independientemente del territorio o la opción política elegida, para que las instituciones de representación política sean el reflejo fiel de la voluntad ciudadana. 1.140.242 electores entendieron este mensaje y nos prestaron su confianza, por eso UPyD es el único partido que sube en todas las circunscripciones, el que mayor subida de votos en términos absolutos y relativos experimenta y se convierte en la cuarta fuerza en votos absolutos y la tercera fuerza en cuatro comunidades autónomas y veintitrés capitales de provincia.
También la subida en Asturias es muy estimable, hemos pasado de 9.347 votos en 2008 a 24.747 escrutinios. Una subida de más de un 150 por ciento en un contexto especialmente difícil para un partido sin un solo concejal en nuestra comunidad y que ha dispuesto de unos medios ínfimos en comparación a los de los otros cuatro que han conseguido representación, es para sentirse muy satisfecho. Este crecimiento sostenido, peldaño a peldaño, desde nuestra fundación hace cuatro años hasta la representación institucional -que más pronto que tarde también llegará en Asturias- nos aporta solidez y la seguridad de saber que si algo es UPyD es un proyecto de futuro. Nada que ver con alguna «burbuja política» que tan bien conocemos en Asturias, de esas que a la postre resultan tan dañinas como las «inmobiliarias». Basadas en activos políticos ficticios, generan un hinchazón de entusiasmo que al estallar, de la mano de su vacuidad, dejan arrasado el campo político y, lo peor, contribuyen a aumentar el sentimiento de desánimo y desafección del ciudadano por los asuntos públicos.
Nuestro crecimiento tiene otras bases, en primer lugar es el fruto del trabajo desinteresado y voluntario de afiliados y simpatizantes, gente optimista y resistente, que nos permitieron hacer una campaña muy digna a pesar de la escasez de recursos. No tenemos detrás ningún grupo mediático, económico o grupo de presión de esos que disponen de mecanismos de promoción y defensa de intereses. Por eso nuestro lema de campaña, más que un eslogan, era una declaración de principios, ese «toma la palabra» que llama al compromiso y a la necesidad de recuperar la política, la buena política.
Además si algo ha sabido aportar UPyD es cohesión, compromiso y credibilidad. Cohesión como única manera de defender la autonomía de la política frente a los mercados y los puros intereses financieros, por eso pedimos unas instituciones europeas fuertes, una fiscalidad europea común y una mayor integración política y económica, pero también nos atrevemos a solicitar lo mismo para España y su modelo territorial, una España en la que prime la cohesión frente al particularismo y el sálvese quien pueda. Compromiso, un compromiso inequívoco con nuestras ideas y con nuestro programa, desde la libertad que otorga el no cargar ni con los pesados fardos de ideologías de otro tiempo, ni con la estructura clientelar que parasita a los partidos viejos.
Y finalmente la credibilidad que tanto necesitamos como país y que perdimos en los recovecos de una política errática, puramente táctica e incapaz de abordar las grandes cuestiones y reformas pendientes. Credibilidad que nosotros acreditamos con nuestra trayectoria de cuatro años defendiendo la necesidad de esas reformas estructurales desde la soledad de nuestra única diputada en el Congreso y que seguiremos defendiendo ahora de la mano de un potente grupo parlamentario.
Empezando por la necesaria reforma de nuestro sistema electoral que al igual que hicimos en abril de 2008, cuando se iniciaba la anterior legislatura, volveremos a plantear en el Congreso de los Diputados. Porque si algo han demostrado estas elecciones es que UPyD es un partido imprescindible, precisamente porque su única aspiración es convertir en posible lo que tanta gente sensata juzga como necesario.
Desde hace una semana no hay conversación familiar, amistosa o profesional que no desemboque en una queja sobre lo injusto de nuestra ley Electoral, una ley que otorga siete diputados a un partido con 333.628 votos y sólo cinco a otro al que han votado más de 1.100.000 españoles. Muchos son los que se apuntan ahora el tanto de haber descubierto esta falla de nuestro sistema político, pero cuando hace cuatro años un partido recién constituido, UPyD, colocaba como punto central de sus propuestas la reforma del sistema electoral, eran legión los que nos acusaban de vivir fuera de la realidad. Es el proceso de sobra conocido por el que suelen pasar todas las nuevas ideas: primero se ningunea, luego se ridiculiza y finalmente se copia.
Ni se trataba, ni se trata, de defender las propias aspiraciones. Otros son tan perjudicados como nosotros por esta injusta ley, aunque nunca han colocado esta cuestión en el centro de sus propuestas, pero sí somos los más convencidos. Convencidos de que no sólo vivimos en una crisis económica de magnitudes desconocidas, sino que íntimamente relacionada con ésta, en su base misma, se encuentra una crisis política e institucional que confiere perfiles especialmente dramáticos a la crisis financiera global hasta convertirnos en el país campeón absoluto de paro. Una crisis de un modelo institucional especialmente complejo e ineficaz, incapacitado para la adopción de las medidas y reformas necesarias y que, en actitud suicida, entrega la llave de la gobernabilidad a los que tienen como aspiración confesa acabar con él.
A estas alturas algo está claro: la única espada que puede desatar este nudo gordiano es la reforma del sistema electoral. Una reforma que nos permita construir la democracia del siglo XXI, que no puede estar basada en otro principio que el de la igualdad real del voto. Que cada voto cuente lo mismo independientemente del territorio o la opción política elegida, para que las instituciones de representación política sean el reflejo fiel de la voluntad ciudadana. 1.140.242 electores entendieron este mensaje y nos prestaron su confianza, por eso UPyD es el único partido que sube en todas las circunscripciones, el que mayor subida de votos en términos absolutos y relativos experimenta y se convierte en la cuarta fuerza en votos absolutos y la tercera fuerza en cuatro comunidades autónomas y veintitrés capitales de provincia.
También la subida en Asturias es muy estimable, hemos pasado de 9.347 votos en 2008 a 24.747 escrutinios. Una subida de más de un 150 por ciento en un contexto especialmente difícil para un partido sin un solo concejal en nuestra comunidad y que ha dispuesto de unos medios ínfimos en comparación a los de los otros cuatro que han conseguido representación, es para sentirse muy satisfecho. Este crecimiento sostenido, peldaño a peldaño, desde nuestra fundación hace cuatro años hasta la representación institucional -que más pronto que tarde también llegará en Asturias- nos aporta solidez y la seguridad de saber que si algo es UPyD es un proyecto de futuro. Nada que ver con alguna «burbuja política» que tan bien conocemos en Asturias, de esas que a la postre resultan tan dañinas como las «inmobiliarias». Basadas en activos políticos ficticios, generan un hinchazón de entusiasmo que al estallar, de la mano de su vacuidad, dejan arrasado el campo político y, lo peor, contribuyen a aumentar el sentimiento de desánimo y desafección del ciudadano por los asuntos públicos.
Nuestro crecimiento tiene otras bases, en primer lugar es el fruto del trabajo desinteresado y voluntario de afiliados y simpatizantes, gente optimista y resistente, que nos permitieron hacer una campaña muy digna a pesar de la escasez de recursos. No tenemos detrás ningún grupo mediático, económico o grupo de presión de esos que disponen de mecanismos de promoción y defensa de intereses. Por eso nuestro lema de campaña, más que un eslogan, era una declaración de principios, ese «toma la palabra» que llama al compromiso y a la necesidad de recuperar la política, la buena política.
Además si algo ha sabido aportar UPyD es cohesión, compromiso y credibilidad. Cohesión como única manera de defender la autonomía de la política frente a los mercados y los puros intereses financieros, por eso pedimos unas instituciones europeas fuertes, una fiscalidad europea común y una mayor integración política y económica, pero también nos atrevemos a solicitar lo mismo para España y su modelo territorial, una España en la que prime la cohesión frente al particularismo y el sálvese quien pueda. Compromiso, un compromiso inequívoco con nuestras ideas y con nuestro programa, desde la libertad que otorga el no cargar ni con los pesados fardos de ideologías de otro tiempo, ni con la estructura clientelar que parasita a los partidos viejos.
Y finalmente la credibilidad que tanto necesitamos como país y que perdimos en los recovecos de una política errática, puramente táctica e incapaz de abordar las grandes cuestiones y reformas pendientes. Credibilidad que nosotros acreditamos con nuestra trayectoria de cuatro años defendiendo la necesidad de esas reformas estructurales desde la soledad de nuestra única diputada en el Congreso y que seguiremos defendiendo ahora de la mano de un potente grupo parlamentario.
Empezando por la necesaria reforma de nuestro sistema electoral que al igual que hicimos en abril de 2008, cuando se iniciaba la anterior legislatura, volveremos a plantear en el Congreso de los Diputados. Porque si algo han demostrado estas elecciones es que UPyD es un partido imprescindible, precisamente porque su única aspiración es convertir en posible lo que tanta gente sensata juzga como necesario.
miércoles, 4 de enero de 2012
Pasividad
La actitud contemporizadora del resto del nacionalismo favoreció la permanecia de la banda, que sólo tenía que soportar críticas morales y reproches por su falta de sentido de la oportunidad. En definitiva, la persistencia y auge del terrorismo nacionalista sólo se entienden tomando en cuenta la pasividad o complacencia de muchos sectores sociales y distintas corrientes de opinión, pretendidamente neutrales en un supuesto conflicto entre el Estado español y ETA.
Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN
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