miércoles, 6 de mayo de 2009

IDM


Una columna de Ángel de la Fuente publicada, en El Periódico de Catalunya:

Hace unos días se presentó en Barcelona el Informe sobre el Desarrollo Mundial (IDM). Se trata de una publicación en la que el Banco Mundial (BM) resume cada año las principales lecciones de la investigación reciente sobre algún tema de interés para la formulación de las políticas de desarrollo.
El informe del 2009 está dedicado a la interacción entre crecimiento económico y territorio. Su punto de partida es la idea de que concentrar la producción en un área geográfica reducida permite explotar economías de escala y de aglomeración que se traducen en una mayor eficiencia. Puesto que el capital y el trabajo tienden a moverse hacia los sitios en los que su rendimiento es mayor, las áreas de mayor densidad tenderán a adquirir un peso creciente en la economía. De esta forma, el desarrollo irá acompañado de una mayor concentración de la actividad y de un alza de las disparidades de renta.
Los gobiernos suelen resistirse a este fenómeno e intentan fomentar una distribución más uniforme de la producción. De acuerdo con el BM, esta estrategia solo sirve para reducir el crecimiento. En su opinión, la mejor opción consiste en no obstaculizar el proceso de concentración con el fin de maximizar el tamaño del pastel, para repartirlo mejor a posteriori a través de los presupuestos públicos. De esta forma, los países pueden disfrutar de un crecimiento rápido (y por lo tanto desequilibrado) sin sacrificar su cohesión geográfica y social interna.
El dilema entre crecimiento y equilibrio territorial no es inevitable, pero sí muy frecuente, y la estrategia que recomienda el BM en este contexto merece ser considerada seriamente. La discusión es muy relevante para el caso español. Tras varias décadas de política regional redistributiva, la rentabilidad de las infraestructuras es hoy mucho mayor en Madrid y en el eje mediterráneo que en el resto del país. Una apuesta decidida por estas zonas tiene, por tanto, mucho sentido económico. Pero para que esta opción sea aceptable en términos de equidad, así como políticamente viable, debería ir acompañada del compromiso de no debilitar los mecanismos de redistribución territorial.

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