lunes, 31 de enero de 2011

De toros y Estatutos.



Pedro Gutiérrez Moya, El Niño de la Capea, lo ha dejado muy claro: "lo mismo que Montilla no va a respetar el fallo del Estatut, por qué vamos a respetar nosotros eso". Pues eso que o todos moros o todos cristianos y si los que mandan no están dispuestos a cumplir con la Ley no sé por qué debemos cumplir los demás.

martes, 25 de enero de 2011

La perspectiva geológica del tiempo


Por entonces, la única oposición real contra la dictadura que había en España la formaban los cuatro gatos que pertenecían al Partido Comunista. En mi decisión de afiliarme también había mucho de sueño de juventud, cuando crees que todo es posible. No es que luego dejes de creerlo, pero adquieres la perspectiva geológica del tiempo, una perspectiva real que te dice que sí, que todo es posible, pero a su tiempo.


EDUARD PUNSET

viernes, 21 de enero de 2011

Tomando distancia para sobrevivir.

El final de la columna de opinión que firma Carlos Carnicero en El Periódico de Catalunya.


La pregunta de fondo es si para la existencia de una Catalunya fuerte, sólida y con futuro no es imprescindible una España fuerte, sólida y con futuro. El resto, si la respuesta es afirmativa, es un problema de conciliación de intereses.

Estamos atrapados entre dos intransigencias cruzadas. La derecha que representa a la vieja España rencorosa, teñida con caspa de sotanas rancias. Y enfrente, los nacionalismos, los radicales y los que no lo son tanto, juegan con las cartas marcadas de que nunca quieren llegar a un marco estable de relación con España porque la reivindicación es la única razón de subsistencia: si no hay pleito, no hay causa nacionalista.

Sería un buen momento para alejarse del problema y ejercer la responsabilidad. Pero calentar los ánimos, generar discrepancias y aumentar las diferencias está al alcance de todos los mediocres. Construir una realidad estable, confortable y duradera es solo posible para quienes tienen la grandeza del estadista. Todavía estamos a tiempo.

sábado, 15 de enero de 2011

jueves, 6 de enero de 2011

Una España inesperada. (y 3)


Tengo amigos sevillanos a quienes quiero, me gusta pasear por Madrid, me gusta pasear por Bilbao y por Vigo, me gusta conversar, me disgustan las posturas nacionalistas radicales que realmente persiguen la ruptura o la unidad de España y el aplastamiento del contrincante, creo en el bilingüismo como fuerza de progreso y cultura y como una riqueza popular, amo a España aunque a menudo me sienta incomprendido en ella (eso le pasa a todos, supongo), amo el fútbol, ah, cómo me chifla este juego, y admiro "la filosofía" del Athletic porque, con la tesitura actual, no deja de asombrar la supervivencia del león en el norte peninsular.

Una España inesperada. (2)


El viejo Julio Caro Baroja ya sucribió las contradicciones del sur español cuando observó que "experimentar odio hacia la Andalucía de pandereta y atracción por Andalucía misma son dos sentimientos que parecen darse en nuestra época más que en otras del pasado cercano". Esto lo dijo hace tiempo pero ahora tendría aún más razón, la aceleración contemporánea aumenta las paradojas y a menudo nos encontramos sintiendo en una dirección pero a la vez en su contraria. Yo adoro Andalucía.

martes, 4 de enero de 2011

Una España inesperada

Muy recomendable el libro que publicó en el 2005 el escirtor hospitalense, Gabi Martínez.


"Inesperada porque quien escribe es un barcelonés de 32 años, casado por lo civil, que ha votado a distintos partidos después de una buena temporada desmarcado de las urnas, periodista y escritor de libros de viajes y novelas que firma con diminutivo, sin fuertes vínculos económicos con ningún grupo empresarial, la mili solventada en cuartel de artillería.
E inesperada porque en aquellos momentos España no se parecía en nada a la idea que a lo largo de los años yo me había hecho del futuro, del progreso, de una convivencia en paz, ni esperaba que las palabras se pudieran pervertir hasta tal punto ni que hubiera tanta gente dispuesta a resucitar nuestra cara más negra.
Así que decidí tomar partido. No por nadie en concreto, no. Tomar partido por España. Porque sabía que en sus ciudades y sus pueblos unos cuantos millones de personas todavía compartían la idea y el deseo de, básicamente, construir respetando un mínimo equilibrio".